El proyecto donde se deja trabajar al arquitecto es el caldo de cultivo de resultados maravillosos. Éste sin duda es donde mayor libertad a la hora de proponer se ha dado pero con una claras premisas: cuidar el detalle y el presupuesto. Esta reforma es una clara definición del sacar lo máximo de lo ínfimo. La vivienda de 1956 se encontraba en una situación trágica a nuestra llegada. Por un lado se han reconfigurado los espacios y se ha dotado a la vivienda de la luz, las vistas y el orden espacial que antes reclamaba; Ahora claramente se ha conseguido. Una obra mínima donde se saca lo máximo.
Espacios que guardan armonía en los materiales, en el diseño de los muebles, la elección de colores, texturas y patrones. Un proyecto disfrutado y que ahora empieza de nuevo a vivir.
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